Temática

Peñiscola, ciudad cargada de historia.




Me gustaría presentaros mi primer artículo filatélico, que trata sobre la evolución histórica de mi ciudad, Peñíscola, a lo largo de los tiempos hasta lo que es hoy. Espero que a través de él puedan ustedes conocer el origen de mi ciudad, que como el de muchos otros lugares de este país esta fraguado de muchas culturas diferentes a través de las cuales hemos ido configurando nuestra forma de ser como personas y como pueblo. Espero que os guste.

Quien no conoce Peñíscola, en la actualidad una de las poblaciones turísticas más conocidas del país, en sus playas se han rodado infinidad de películas, y su castillo es visitado por multitudes de personas cuando llegan los calurosos meses de verano. Pero la población no siempre ha sido turística, aunque en el transcurrir del tiempo sus condiciones naturales y su posición estratégica la hicieron importante por otros factores.

El origen de mi pueblo debemos buscarlo en el siglo XVII a. C., cuando un pueblo ibero conocido como los ilercavones se hallaba asentado en las cercanías del tómbolo. En la actualidad existen vestigios arqueológicos que este pueblo sería la raíz, el principio del comienzo de nuestra historia. Con el paso del tiempo, la situación de la población hizo que comenzara el comercio con otras poblaciones, como los fenicios llegados del otro lado del mar mediterráneo. Los antiguos “peñiscolanos” comerciaban con ellos, he intercambiaban las riquezas de la tierra (aceite de oliva y vino) por armas, cerámica, telas...Los fenicios apreciaron el valor estratégico del lugar, un tómbolo dentro del mar con abundantes manantiales de agua dulce, y con un terreno alrededor que proporcionaba alimento y sal, y decidieron establecer su colonia. Concretamente pobladores llegados desde Tyro, durante los siglos VII-VI a.C. Posteriormente el lugar fue ocupado por los griegos, los cuales le dan el primer nombre conocido a ciencia cierta. La bautizan como Chersonessos, que significa península en griego. La ciudad continuó siendo un importante lugar de intercambio comercial de la época. A la dominación de los griegos continuó la de los cartagineses. De dicha época se dice que Aníbal estuvo viviendo en la localidad durante unos años, y que en ella juro odio eterno a los romanos.

Al posterior dominio de los cartagineses, y tras las guerras púnicas, el peñón pasa a ser un importante puerto romano desde donde continuaran los intercambios comerciales ya nombrados con anterioridad. Los romanos rebautizan la población como Península. La leyenda dice que por las playas peñiscolanas entró a la península ibérica las tropas de Publio Escipión, las cuales conquistaron Hispania. Con la caída del Imperio Romano, llegaron a la península Ibérica los pueblos bárbaros, y con el paso de los años se establecerían en ella los reinos visigodos.



Pero la ciudad empezó una nueva época de esplendor con la llegada en el año 718 d.C. de los árabes, que formaron el reino conocido como Al-Andalús. En dicho año Peñíscola fue conquistada por las tropas de Tarik, los cuales rebautizaron la población como Banaskula. La ocupación árabe duro unos 500 años, y en dicha época se inició la construcción del castillo, ampliando las fortificaciones, al tiempo que se convirtió a la ciudad en un importante puerto comercial de la región, y se potenció la agricultura de la zona, con la introducción de mejoras como las norias o “senies” para aprovechar el agua subterránea, la instauración de acequias en la zona pantanosa cercana al tómbolo, o la potenciación de la obtención de sal. También nos encontramos en una época en la cual se dio un fuerte impulso cultural a la población, y de ella salieron personajes célebres como el último rey de taifas, conocido como el Rey Lobo, o el literato Alí Albata. La ciudad también tuvo una importancia estratégica grande, al encontrarse en una zona fronteriza, lo cual permitió las incursiones por mar, conocidas como piratería.

En 1225 Jaume I el Conquistador intentará conquistarla sitiándola durante dos meses, pero finalmente debe abandonar su intento, haciendo crecer la fama de la villa de inexpugnable. En 1233, tras unas arduas negociaciones, el rey aragonés toma la villa de forma pacífica, con una serie de pactos con los árabes que le obligaban a respetar las leyes, costumbres y propiedades sarracenas. El acuerdo duro hasta 1251, donde Don Jaume I otorga la carta de población a la localidad, desposeyendo las propiedades a los moros y entregándolos a los cristianos. Se inicia una nueva época de prosperidad para la ciudad. La ciudad pasa a llamarse Paniscola.



A partir de entonces se inicio la verdadera construcción del famoso Castillo de Peñíscola. La plaza fue inicialmente concedida a la Orden de Moncada, y con posterioridad paso a ser propiedad de los conocidos Templarios, los cuales en un corto tiempo edificaron el castillo sobre los restos de la alcazaba árabe. La construcción de la fortaleza duró 12 años (1294-1307), y se construyo de forma semejante a los que esta orden edifico en Tierra Santa. Se trata de una construcción románica, austera y sin ornamentaciones. El castillo se convirtió en un elemento imposible de atacar por mar ( se encuentra a 64 metros del nivel del mar, lo cual lo convierte en un perfecto bastión defensivo). Con la desaparición de la orden del Temple, el castillo pasó a las manos de la Orden de Montesa. Durante esta época la ciudad adquiere un nombre ya similar al conocido en la actualidad, es decir, Penyíscola.



Los años pasaron, y la ciudad se convirtió en una fuerte posición estratégica dentro del Reino de Aragón, al tiempo que un importante puerto comercial por donde se cargaría la lana y trigo del Maestrat, els Ports y el Bajo Aragón. Pero si con un personaje la ciudad a alcanzado fama en el ámbito mundial, este ha sido sin duda Benedicto XIII, conocido por todos por el Papa Luna. El papa aragonés (Illueca 1328-Peñiscola 1422) eligió Peñiscola como su fortín durante el Cisma de Occidente. Estamos hablando de un periodo histórico en el cual la iglesia se resquebrajo, llegando a existir tres papas al mismo tiempo. Pedro de Luna fue nombrado papa en Avignon en el año 1394, pero pronto sufrió presiones para que abandonase su título. Finalmente, el Papa se reafirmo en sus trece (de ahí viene la expresión), y abandonado por todos se refugió en la fortaleza, resistiendo ataques militares e intentos de envenenamientos, hasta el final de sus días. Estuvo en Peñíscola durante 8 años, y en ese periodo se realizaron reformas en el Castillo que aun se conservan en perfecto estado como son las habitaciones pontificias, el salón del conclave, el salón del trono, la basílica papal o su estudio personal. Este periodo dio pie a muchas leyendas, como que construyese unas escaleras que bajasen al mar en una noche para huir a Roma. Con posterioridad a su muerte el Castillo pasó a manos de la Santa Sede, recuperándolo tres años después la Corona de Aragón. Gracias a él la cuidad tiene el honor de ser junto a Roma y Avignon las únicas ciudades del mundo que han sido sede pontificia.

La historia continuó, y durante la Guerra de Germanías, la ciudad permaneció fiel al rey, y capitaneada por el virrey Diego Hurtado de Mendoza, resistió el asedio agermanado de 1521. Con posterioridad, durante el reinado de Felipe II se llevo a cabo otra de las construcciones mas importantes de la historia de la ciudad. Durante el periodo que va de 1576 al 1578 se construyeron las murallas renacentistas que defienden el peñón. La construcción fue diseñada por Juan Bautista Antonelli, y durante este periodo se produjo también la construcción de una nueva entrada a la ciudad, conocida como el Portal Fosch, y diseñada por el arquitecto Juan de Herrera, y que fue durante muchos años la única entrada desde tierra a la ciudad.

Con posterioridad, la ciudad volvió a tener importancia militar en la Guerra de la Sucesión, donde la ciudad se declaro partidaria de Felipe V, y a causa de ello sufrió el asedio de las tropas inglesas del archiduque Carlos de Austria. La ciudad fue la única fortaleza costera que resistió el asedio, durante 2 años sin guarnición, víveres ni municiones. Gracias a ello, Felipe V le otorgo el titulo de ciudad, en la frase que reza en el blasón de la población “Muy noble y leal, fielísima Ciudad de Peñíscola”. Con posterioridad llegó la Guerra de la Independencia (1812-14), la ciudad cayo en manos de los franceses debido a la rendición del Gobernador. En 1814, la ciudad fue sometida a terribles bombardeos por parte del general español Elio, lo cual hizo que desapareciese parte de la fortaleza e hizo que volviese la plaza a manos españolas. En la actualidad todavía se aprecian en la muralla algunos restos de dicho bombardeo. Con posterioridad Peñíscola se decanto del bando liberal durante las guerras carlistas, pero con escasa importancia militar. A partir de 1890, la ciudad dejó de ser plaza militar. A partir de esta época la ciudad comienza a nombrarse con su topónimo actual, Peñíscola.

A partir de entonces la población empezó a expandirse fuera del Peñón, y sus gentes continuaron viviendo del mar y de la tierra. En los años 20 se empezó a construir el puerto pesquero. Pero la auténtica revolución para la Ciudad llegó a mitad del siglo XX con el comienzo del boom turístico. La ciudad ha empezado a darse a conocer en el mundo como uno de los principales destinos turísticos del Mediterráneo español, gracias sobretodo a su importante patrimonio artístico. La ciudad es Conjunto monumental histórico-artístico desde el año 1972. Otra vía de conocimiento ha sido a través del cine. Desde que en 1956 Berlanga descubriera Peñíscola como Calabuch, se han rodado mas de una veintena de películas en la Ciudad, pero sin duda, la más conocida y que mas fama le ha dado es el rodaje en 1961 de la superproducción americana “El Cid”, dirigida por Samuel Bronston, teniendo como actores principales a Chalton Heston y Sofia Loren. En la actualidad la población no esta inmersa en guerras como a lo largo de su historia, pero vive su “guerra diaria” en el turismo, autentico motor económico de la localidad.



David Simó
febrero de 2006